¡Saludos, compañeros aventureros del mundo digital! ¿Alguna vez os habéis encontrado en medio de una épica batalla, con el corazón bombeando y la adrenalina a tope, solo para que vuestro glorioso equipo se apague de golpe, sin previo aviso, sumiéndoos en la más absoluta oscuridad y frustración? Si vuestra respuesta es un rotundo „sí”, y especialmente si sois usuarios de una potente MSI GeForce GTX 1080 Ti jugando al implacable Dark Souls 3, entonces esta historia es para vosotros. Lo que comenzó como un enigma exasperante se transformó en una búsqueda metódica que, al final, nos llevó a una revelación inesperada.
Nuestro viaje por este laberinto de problemas técnicos duró semanas, repletas de pruebas, errores y momentos de pura desesperación. La experiencia de un reinicio de equipo inesperado no solo arruina la inmersión en el juego, sino que también siembra la duda sobre la fiabilidad de nuestro hardware. Pero no temáis, porque hemos regresado de las profundidades del troubleshooting con la antorcha de la solución, listos para compartir cada paso de nuestro descubrimiento.
La Agonía Inicial: Síntomas y Desesperación
Todo comenzó de la manera más insidiosa. Jugábamos a Dark Souls 3, inmersos en sus góticas maravillas y sus desafíos brutales. De repente, sin previo aviso, sin pantalla azul, sin mensaje de error, la pantalla se ponía en negro y el PC se reiniciaba. Literalmente, era como si alguien hubiera pulsado el botón de reinicio. 
Un parpadeo, y estábamos de vuelta en la pantalla de inicio de Windows. Lo más desconcertante era que este comportamiento anómalo se manifestaba principalmente, si no exclusivamente, en los momentos más exigentes del juego: durante las batallas contra jefes imponentes, en áreas con gran carga gráfica o cuando se producían explosiones de partículas en pantalla.
Nuestra primera reacción fue la incredulidad, seguida rápidamente por la frustración. Habíamos invertido en componentes de alta calidad, con la joya de la corona siendo nuestra MSI GeForce GTX 1080 Ti, una tarjeta gráfica que, hasta ese momento, había manejado cualquier título con una soltura admirable. ¿Cómo era posible que un juego de 2016, por muy exigente que fuera, la llevara al límite de esta manera? La estabilidad del sistema era una prioridad, y estos apagados abruptos eran inaceptables.
Nuestra Arma de Elección: La Poderosa MSI GeForce GTX 1080 Ti
Permítanme dedicar un momento a nuestra protagonista: la MSI GeForce GTX 1080 Ti. Lanzada en 2017, esta tarjeta fue en su momento un verdadero titán del rendimiento. Con sus 11 GB de memoria GDDR5X y una arquitectura Pascal robusta, prometía experiencias de juego fluidas en resoluciones 1440p y 4K. La nuestra, una versión personalizada de MSI con un sistema de refrigeración avanzado, siempre había sido un caballo de batalla fiable. 
Su potencia bruta y su eficiencia energética (para su clase) la convertían en una elección predilecta para jugadores entusiastas. Por eso, que esta bestia se rindiera ante Dark Souls 3 era no solo frustrante, sino también un poco humillante para nuestro hardware.
Otros juegos mucho más recientes y demandantes, como Cyberpunk 2077 o Red Dead Redemption 2, funcionaban sin problemas, aunque con ajustes gráficos lógicamente inferiores a los de la 1080 Ti en sus respectivos años de lanzamiento. Esto reforzó nuestra convicción de que el problema no era la falta de potencia general de la tarjeta, sino algo más específico, una interacción peculiar entre el juego, la GPU y, quizás, otros componentes del sistema.
El Campo de Batalla: Dark Souls 3 – Un Adversario Exigente
¿Por qué Dark Souls 3? Aunque no es el título más novedoso, su motor gráfico, aunque envejecido, puede ser sorprendentemente demandante en ciertos aspectos. Los efectos de partículas, la iluminación volumétrica y las densas geometrías pueden generar picos de carga en la GPU que, en combinación con una serie de factores, pueden desestabilizar un sistema. Es un juego que exige una carga constante y, en los momentos álgidos, puede poner a prueba la entrega de energía de la tarjeta gráfica y la fuente de alimentación.
Esta particularidad del juego nos llevó a sospechar que el problema podría estar relacionado con la manera en que la tarjeta gestionaba los picos de potencia, o cómo el resto del sistema respondía a ellos. La naturaleza impredecible de los reinicios, sin un patrón claro más allá de la „alta demanda”, hizo que la tarea de diagnóstico fuera un verdadero rompecabezas.
Los Primeros Asaltos: Pasos Iniciales de Solución de Problemas (Procedimientos Estándar)
Nuestra odisea de depuración comenzó con los pasos estándar que cualquier usuario experimentado intentaría. Eran nuestra primera línea de defensa contra el misterio:
- Controladores de la Tarjeta Gráfica: Una y otra vez, desinstalamos los controladores usando DDU (Display Driver Uninstaller) en modo seguro, realizando instalaciones limpias con las últimas versiones, probando versiones anteriores, e incluso explorando controladores beta.
Reiniciar, probar, fallar, repetir. Nada. - Temperaturas: Monitorizamos de cerca las temperaturas de la CPU y la GPU utilizando herramientas como MSI Afterburner, HWMonitor y HWiNFO64.
Las temperaturas, aunque altas bajo carga, se mantenían dentro de los rangos seguros (generalmente por debajo de los 75-80°C en la GPU), y el reinicio no siempre coincidía con un pico térmico alarmante. - Fuente de Alimentación (PSU): Consideramos seriamente que nuestra fuente de 750W, que había servido fielmente durante años, podría estar fallando. Revisamos todas las conexiones, asegurándonos de que estuvieran firmes y correctamente enchufadas. Incluso consideramos reemplazarla, aunque el hecho de que otros juegos no presentaran este comportamiento nos hizo dudar. Consultamos calculadoras de vataje, que confirmaron que 750W eran más que suficientes para nuestro sistema.
- Memoria RAM: Ejecutamos Memtest86 durante horas, sin encontrar ningún error. También verificamos la estabilidad de los perfiles XMP en la BIOS.
- Archivos del Sistema y del Juego: Realizamos „sfc /scannow” para verificar la integridad de los archivos del sistema de Windows y verificamos la integridad de los archivos de Dark Souls 3 a través de Steam. Todo parecía estar en orden.
- BIOS/UEFI: Actualizamos la BIOS de la placa base a la última versión y también probamos a restablecerla a los valores predeterminados de fábrica.
Las Pistas Engañosas: Por Qué los Pasos Estándar Fallaron
La verdad es que, a pesar de todos nuestros esfuerzos, ninguna de estas medidas estándar proporcionó una solución duradera. Cada vez que creíamos haberlo arreglado, Dark Souls 3 nos recordaba brutalmente quién mandaba. La frustración creció con cada reinicio, cada alma perdida, cada intento fallido de vencer a un jefe. La ausencia de un código de error o una pantalla azul hacía que el diagnóstico fuera aún más esquivo. Era como buscar una aguja en un pajar invisible. Este fue el punto en el que muchos se rendirían o simplemente aceptarían que „ese juego simplemente no funciona bien en mi PC”. Pero nosotros no éramos de los que se rendían fácilmente.
El Punto de Inflexión: Una Inmersión Profunda en la Entrega de Energía
Fue entonces cuando comenzamos a investigar teorías más allá de lo obvio. Si las temperaturas estaban bien, los controladores actualizados y la PSU aparentemente adecuada, ¿qué más podría ser? La respuesta comenzó a formarse a medida que nos adentrábamos en el mundo de la entrega de energía de las GPU y los conceptos de „picos transitorios de potencia”.
Las tarjetas gráficas modernas, especialmente las de alto rendimiento como la GTX 1080 Ti, pueden experimentar picos de consumo de energía extremadamente breves, pero muy intensos. Aunque la PSU pueda tener suficiente vataje nominal, no todas son igualmente capaces de responder a estos picos de demanda de manera eficiente y rápida. Una PSU que envejece o que simplemente no está diseñada para manejar bien estos transitorios podría no entregar la energía necesaria en el momento exacto, lo que provoca un „brownout” instantáneo y un reinicio de equipo preventivo.
Nuestra intuición nos decía que el problema no era que la 1080 Ti estuviera *constantemente* exigiendo demasiada potencia, sino que, en momentos muy específicos, la tarjeta intentaba tirar de una cantidad de energía que superaba temporalmente la capacidad de respuesta de la PSU o los límites preestablecidos de la propia GPU.
La Revelación: La Estrategia del Undervolting
Aquí es donde entra en juego nuestra herramienta favorita, MSI Afterburner. Tradicionalmente conocido por el overclocking, este software es mucho más versátil. La clave residía en una característica menos explorada por muchos: el editor de la curva de voltaje/frecuencia (abrible con Ctrl+F). 
Nuestra idea era simple pero radical: ¿y si reducíamos ligeramente el voltaje que se le suministraba a la GPU para una determinada frecuencia, con el fin de mitigar esos picos de potencia sin sacrificar significativamente el rendimiento?
Esta técnica se conoce como undervolting, y aunque a menudo se asocia con la reducción de calor y el aumento de la eficiencia, en nuestro caso se convirtió en una potente solución para la estabilidad. Al reducir el voltaje, la tarjeta consume menos energía en su punto máximo de demanda, lo que puede suavizar los picos transitorios y hacerlos más manejables para la PSU.
Así es como lo hicimos, paso a paso:
- Abrimos MSI Afterburner.
- Nos aseguramos de que el control de voltaje estuviera desbloqueado en la configuración.
- Pulsamos
Ctrl+Fpara abrir el editor de la curva de voltaje/frecuencia. - Comenzamos Dark Souls 3 y monitorizamos las frecuencias y voltajes que la tarjeta solía alcanzar bajo carga (por ejemplo, 1900-2000 MHz a 1.050V – 1.093V).
- Nuestro objetivo era encontrar la frecuencia más alta que la tarjeta mantenía de forma consistente y ver si podíamos alimentarla con un voltaje menor. Por ejemplo, si nuestra tarjeta solía alcanzar 1950 MHz con 1.050V, intentábamos fijar esa misma frecuencia a 0.950V o 0.975V.
- Para ello, identificamos el punto en la curva que correspondía a un voltaje deseado (por ejemplo, 950mV o 0.950V). Arrancamos ese punto hacia arriba o hacia abajo para establecer la frecuencia deseada. Luego, seleccionamos todos los puntos *después* de nuestro punto de anclaje (hacia la derecha) y los arrastramos hacia abajo para que se alinearan horizontalmente con nuestro punto seleccionado. Esto forzó a la tarjeta a no superar ese voltaje ni esa frecuencia.
- Guardamos el perfil y lo probamos intensivamente.
La clave del undervolting para la estabilidad reside en encontrar el equilibrio perfecto. No se trata de reducir el voltaje indiscriminadamente, sino de optimizar la relación entre voltaje y frecuencia. Un chip puede ser estable a una frecuencia X con un voltaje Y, pero con el undervolting, buscamos que sea estable a la misma frecuencia X con un voltaje ligeramente menor a Y. Esta pequeña diferencia puede ser el salvavidas para sistemas con problemas de picos de potencia o PSUs al límite.
Después de varias iteraciones y pruebas, logramos encontrar un punto dulce: 0.975V para una frecuencia de 1950 MHz. Es importante destacar que cada tarjeta es un poco diferente, y lo que funciona para una podría no funcionar para otra. Este proceso requiere paciencia y pruebas exhaustivas. 
Pruebas Rigurosas: Verificando la Solución
Una vez que aplicamos el perfil de undervolting, llegó el momento de la verdad. Cargamos Dark Souls 3 y nos lanzamos de cabeza a las áreas y batallas que antes garantizaban un reinicio. Y, para nuestra incredulidad y alivio, el sistema se mantuvo estable. ¡Ni un solo reinicio! 
Jugamos durante horas, sometiendo la tarjeta a una carga intensa y constante. El problema había desaparecido.
La ventaja adicional del undervolting fue que las temperaturas de la GPU también se redujeron ligeramente, lo que contribuyó a una mayor longevidad del hardware. El rendimiento percibido fue prácticamente idéntico. En la mayoría de los casos, la reducción de voltaje no afectó los FPS de manera significativa, ya que la frecuencia se mantuvo en niveles óptimos. Lo que ganamos en estabilidad y paz mental fue inconmensurable.
Más Allá de Dark Souls 3: Una Lección Universal
Esta experiencia nos enseñó una valiosa lección que trasciende el problema específico de Dark Souls 3 y la MSI GeForce GTX 1080 Ti. Los problemas de estabilidad en sistemas de PC, especialmente aquellos que implican reinicios sin una causa clara, a menudo pueden estar vinculados a la entrega de energía y la capacidad de la PSU para manejar los picos transitorios. El undervolting, lejos de ser solo una técnica para entusiastas del ahorro energético, se revela como una potente herramienta de diagnóstico y corrección para problemas de estabilidad, especialmente con tarjetas de alto rendimiento.
Si te encuentras con problemas similares, antes de culpar directamente a tu fuente de alimentación o a tu tarjeta gráfica, considera explorar el mundo del undervolting con MSI Afterburner. Podría ser la solución a tu propio misterio tecnológico.
Nuestra Opinión Basada en Datos Reales
Nuestra MSI GeForce GTX 1080 Ti sigue siendo, a día de hoy, una tarjeta gráfica excepcional. Este incidente nos permitió comprender mejor las complejidades de la interacción entre hardware y software. Creemos que el origen del problema residía en una combinación de factores: una curva de voltaje de fábrica quizás un poco optimista para nuestro chip en particular, que generaba picos de consumo de energía difíciles de manejar para una PSU que, aunque capaz en términos nominales, quizás no respondía con la suficiente rapidez a esos micro-picos transitorios específicos generados por Dark Souls 3. El undervolting nos permitió ajustar finamente la demanda de energía de la GPU, haciéndola más „amigable” para el resto del sistema sin perder la esencia de su gran rendimiento.
Es una prueba fehaciente de que a veces, la solución a un problema no es añadir más potencia, sino refinar la que ya tenemos. El arte de la optimización del hardware es tan fascinante como el juego en sí.
Conclusión
El misterio de los reinicios de equipo en Dark Souls 3 con nuestra MSI GeForce GTX 1080 Ti finalmente se resolvió gracias a un enfoque metódico y la aplicación inteligente del undervolting a través de MSI Afterburner. Este viaje, aunque frustrante, nos dejó con un conocimiento más profundo de cómo funciona nuestro hardware y cómo podemos optimizarlo para lograr una estabilidad impecable. No subestiméis el poder de una investigación minuciosa y la voluntad de probar soluciones fuera de lo común.
Esperamos que nuestra experiencia sirva de guía para aquellos que se enfrentan a desafíos similares. La comunidad de jugadores es fuerte, y compartir estas soluciones es parte de lo que nos hace avanzar. ¡Que vuestros framerates sean altos y vuestros sistemas estables, Ashen Ones! 